Las marcas son actualmente un distintivo social de las personas. Las marcas pueden ayudarnos a escuadrar a una persona en un nivel socioeconómico u otro; pero también pueden designar la pertenencia de los jóvenes a una tribu urbana o, incluso, indicarnos una forma de ser y de pensar de los sujetos. Crean imágenes diferentes de las personas. E incluso nos pueden indicar la tendencia política de alguno.
Pero las marcas, no solo reflejan lo que una persona es o deja de ser, sino que también, en algunos casos, lo que las personas quieren ser y pretenden aparentar ser sin llegar serlo. Las marcas ayudan a hacer aparentar lo que uno quiere ser aunque no pueda lograrlo. Contribuyen a que los demás nos creamos una imagen de esa persona y, en muchas ocasiones, encasillarle en una forma de pensar según su apariencia.
Las marcas han causado tanta mella entre nosotros que nos han provocado la creación de estereotipos según las etiquetas o logotipos que muestren las personas en sus prendas de ropa, en sus coches, en sus móviles, aparatos electrónicos…, pero también en función de las marcas que no muestren. Parece que muchas veces, dependiendo de la situación, si una persona no lleva ninguna prenda de marca no posee ningún rasgo distintivo de los demás, como si la personalidad de cada uno hubiera perdido su valor y esta ahora fuera en función de las etiquetas que aparezcan en sus prendas. Fijándonos todos en las marcas que uno vista, creándonos un juicio de el antes incluso de verle actuar.
